Comentario
Era un inmenso territorio con fronteras indeterminadas al norte, donde a fines del siglo XVII seguían realizándose colonizaciones (California, Nuevo México, Texas) ante la posible amenaza de penetraciones inglesas o francesas.
Su primer desarrollo colonial, tras la conquista, se vio ensombrecido por tensiones entre el poder señorial de los encomenderos y el del realengo, defendido por los funcionarios reales v particularmente por la Audiencia, creada en 1528. La segunda Audiencia gobernadora, presidida por Ramírez de Fuenleal (1530-35), asentó la autoridad real, que se consolidó definitivamente con la creación del Virreinato en 1535. La Corona cuidó mucho la elección de los virreyes del siglo XVI. Pertenecieron frecuentemente a las principales familias nobiliarias, lo que facilitaba su labor de someter a los encomenderos-conquistadores. Las Leyes Nuevas de 1542 pretendieron ayudar al mismo fin, prohibiendo la sucesión de las encomiendas, y estuvieron a punto de provocar un levantamiento general de los encomenderos. Lo evitaron la habilidad del Virrey Mendoza, la Audiencia, el arzobispo Zumárraga y, sobre todo, la revocación de dichas disposiciones (Ley de Malinas de 1545). El virrey Mendoza, además, hizo frente a un levantamiento de los indios de Nueva Galicia en 1542 y promovió la expedición de Vázquez de Coronado a las Siete Ciudades de Cibola. El segundo virrey, don Luis de Velasco, inició la etapa propiamente colonial. Aseguró con presidios y villas el camino hacia Zacatecas, donde habían aparecido las minas de plata, estableció el repartimiento indígena para suministrar trabajadores a las zonas mineras, sostuvo las leyes que prohibían esclavizar y cargar a los indios y continuó luchando contra el poder de los encomenderos, lo que motivó la conspiración encabezada por Martín Cortés (hijo de Hernán Cortés) y los hermanos Alonso y Gil González Dávila (hijos del conquistador Gil González Dávila), contando con la anuencia del visitador Valderrama. En el momento definitivo los comprometidos se echaron atrás, perdiendo su gran oportunidad y con ella toda posibilidad de restablecer su influencia. La Audiencia mandó decapitar a los hermanos Dávila. Tras la Junta Magna de 1568 se nombró virrey a Martín Enríquez de Almansa, que impuso una mayor tributación (aumentó el almojarifazgo, introdujo la alcabala y la Bula de la Cruzada), incluso a los libres y mulatos, y robusteció el Regio Patronato, sustituyendo regulares por seculares e instalando la Inquisición (1572). Inició también una política de anexión territorial del norte minero, que siguieron sus sucesores, mediante la guerra contra los chichimecas, la creación de presidios, el traslado de pobladores indígenas de México Central (tlaxcaltecas) y la fundación de nuevas ciudades, como San Luis de Potosí (1592), que alargó la ruta de extracción de la plata.
Durante el siglo XVII, gobernaron 24 virreyes de menor grandeza y actividad, que hicieron frente a varios movimientos de rebelión de los distintos grupos poblacionales y a numerosos conflictos. A principios de siglo, se produjeron asaltos de negros y mulatos en el camino de Veracruz a México (Aguirre Beltrán estima que la población de color era ya de 140.000 personas); en 1607 se temió un levantamiento general de los africanos y en 1612 se sublevaron los negros capitalinos. Los criollos protagonizaron, por su parte, la lucha para apoderarse de los cargos administrativos, aprovechando la corrupción y participando activamente en los conflictos entre religiosos regulares y seculares. Las tensiones entre la jerarquía eclesiástica (sobre todo de Puebla) y el virrey fueron constantes. El aumento y miseria de los indios que vivían en la capital novohispana originó, finalmente, el motín de 1692 contra el Virrey Conde de Galve. Apedrearon el palacio virreinal, incendiaron la Casa de Moneda y se señorearon de la ciudad, provocando numerosas pérdidas.
Durante el siglo XVII, México vivió la catástrofe demográfica indígena, la contracción de la producción argentífera, la formación de la hacienda y el enorme crecimiento de los gastos de defensa como consecuencia de la irrupción de la piratería en el Caribe, especialmente a partir de la terminación de la guerra de los Doce Años. Los últimos virreyes (Condes de la Monclova y Galve) tuvieron que hacer frente, además, al problema de la presencia francesa en Luisiana, enviando expediciones hacia Texas para explorarla y hacer asentamientos que detuvieran la irrupción extranjera.